



Las gentes, los oscuros callejones y los multitudinarios mercados de ciudades como Rabat, Chefchaouen, Fez y Meknes son las protagonistas de este viaje fotográfico en el que consigue retratar irrepetibles momentos.

Uno de los cientos de gatos callejeros que pululaban por la ciudad extasiados por el calor la escoltaba lanzándome una desafiante mirada.



Cientos de miradas extrañas me observaban mientras, abrumado por las texturas de las calles y las bizarras situaciones, intentaba tomar fotografías pasando desapercibido entre sus habitantes.



Un largo viaje con tan solo dos paradas en estaciones de autobús en las que me encontré con potentes situaciones imposibles de replicar en un país desarrollado.







Esta foto la tomé con la cámara escondida creyendo que el niño no me había detectado. Cuando la ví, sonreí, y salí rápido de la escena.



Rápidamente salieron varios compañeros y lo empujaron hasta que arrancó. Mientras, tomé esta foto desde el asiento de atrás.



En pleno domingo de Ramadán y con un calor sofocante, la gente me observaba como si fuese un alien por sus calles . En una esquina me encontré con este anciano, casi sin fuerzas, vendiendo un extraño polvo blanco.



Maderos antiguos, cuerdas y metales oxidados hacen en ocasiones las funciones de seguridad, aunque para mi ofrecían interesantes collages con texturas imposibles.



Sabía perfecamente que no debía fotografiarla y que incluso podría ser peligroso, pero la escena me pareció tan potente que no pude contenerme.



